5 de marzo recordemos a Luis Sandoval Godoy

 

 

Recordando a #LuisSandovalGodoy.

Si bien somos forjadores de #ProyectosDigitales hoy 5 de Marzo de 2020 en el #AñodeSandovalGodoy, no es por demás comenzar con una celebración póstuma a sus 93 años de vida.

Por #AlvaroLópezTostado#EditorDigital Luis… Don Luis para muchos, personaje de cuento y de cuentos… narrador imparable de las historias de la #Cristiada, de las #HaciendasyPueblos de #Jalisco y #Zacatecas… Todo en prócer de la cultura literaria…. así lo hemos identificado. Su basta obra… más de 80 títulos serán provocados por su trabajo, su visión y el empuje que recibe de otro visionario de la literatura y la industria editorial #JorgeAlvarezdelCastillo… Zuloaga. Segunda generación del periodismo de Jalisco.

Juntando la visión de #DonJorge con el talento de #SandovalGodoy, si!! el #ChicodelTeúl, se dará forma y estructura a todo un arsenal de testimonios que enmarcan nuestra historia…. Frases, formas de hablar, personajes, escenarios, haciendas, pueblos, caminos, puentes y veredas serán descritos en las ultimas cinco décadas… De hecho hace ya una década que de la mano de #DonLuis, logramos ir documentando en forma digital todas y cada una de sus obras….

Será fabuloso ir redescubriendo en cada una de ellas desde los propios prologuistas, entre los que destacan está #Agustín Yañez, como muchos de nuestros contemporáneos amigos urbanos…

Hoy en este 5 de marzo de 2020 Luis celebra desde el Teúl del cielo, ya no el de #GonzálezOrtega su año 93, su cumpleaños con la plena conciencia de haber dejado como legado para todos nosotros y la humanidad misma, sus obras…

Bienvenidos a http://LuisSandovalGodoy.WordPress.com/

 — con Luis Sandoval Godoy.

Tributo a la memoria del escritor Luis Sandoval Godoy

Tributo a la memoria del escritor Luis Sandoval Godoy…

Sesenta años dedicados a la escritura, a la redacción y a la edición de más de sesenta obras todas ellas hoy en formatos digitales que son de acceso libre… todas dedicadas a una sociedad que se nutre de historia, de refranes y de esquilmos que conforman nuestra identidad, nuestra cultura y nuestro acervo…

Alvaro López Tostado
12 de Marzo de 2020
Biblioteca Juan José Arreola
Centro Cultural Universitario

Evento será jueves 12 de Marzo 2020 horario 11 a.m en El salón Cataluña (5toPiso) de la Biblioteca Juan José Arrola.

Invitan Pbro. Tomás de Hijar y Editor Digital Alvaro López

Centro Cultural Universitario
Dirección: Periférico Norte Manuel Gómez Morín # 1695
Los Belenes, 45150 Zapopan, Jal.

Luis Sandoval Godoy #ICONOPersonajes

Hemos tenido el privilegio de conocer a un escritor, gracias a el aprendimos como poder estructurar un libro… #LuisSandovalGodoy no solo es un #MexicanodeÉXITO, es un #PersonajedeAltoImpacto… un maestro de cultura y un amigo entrañable que no pretendo extrañar jamás… sus libros y su obra forma parte de nuestros acervos literarios… de #ECOSdeFIL. Hoy un tributo conformado por estas #ExequiasDigitales.

Hace unos días Don Luis Sandoval Godoy deja en paz las batallas que le interpuso el destino a la edad de 92 años…

#MundosDigitalesICONO Por #AlvaroLópezTostado #EscritoresdeMéxico, a nosotros nos toca promover su obra literaria, más de 70 libros todos diferentes y todos con una perspectiva histórica y educativa…

Si bien “Y la sangre llegó al río” su visión y testimonio más directo sobre los eventos de “La Cristiada”, no podemos dejar atrás su opera prima sobre “Un rincón de la suave patria” El Teúl de González Ortega… “Las malas lenguas” por las que recibió reconocimientos o “Pueblos”, “Haciendas” y “Lugares”… El compendio de “Refranes” mi preferido o el que recoge sus columnas de “El Informador” en “Decíamos Ayer…” todos francos testimonios de historias cortas muy nuestras…

“Diálogos al atardecer”, una evocación a sus amigos y compañeros de jornadas que están en la memoria de muchos de nosotros… Rodolfo Caloca, Jorge Álvarez del Castillo, Alfonso de Lara Gallardo… todos estos testimonios con prólogos de Agustín Yáñez, Tomás de Hijar, uno que otro gobernador y otros que hacen de la obra todo un referente a la cultura, a la historia, a nuestros lugares y a Nuestras Gentes…

“Esquilmos” y “Allá, lo desconocido” su último libro donde refiere un último paso por su obra completando con retazos literarios en prosa estas historias que nos atrapan en el momento que le descubrimos .

Gracias a quien junto con nosotros rinden un tributo desde sus trincheras a este Personaje de Zacatecas y de Jalisco… hoy sabemos que disfruta de una buena charla con el Padre Nicolás Valdez quien fue clave testimonial en la obra de Jean Meyer.

Luis Sandoval Godoy 
La prosa asidua…

Por Salvador Encarnación
1 Julio 2019 Gaceta Universitaria Gaceta UdeG,

Luis Sandoval Godoy siempre conservó un aire de seminarista. Será porque leía latines o porque, aseguran algunos, a diario acudía a misa a Catedral. “Y más si son gregorianas”, afirmaba alegre el poeta Ernesto Flores. Se podía hablar brevemente con él, vía telefónica, en su trabajo del periódico. Y poco menos en su teléfono particular y con la condición de que la llamada fuera antes de las seis de la tarde. “Una vez le hablé como a las ocho de la noche —recordó alguna vez Ernesto Flores—. Al concluir me preguntó: “¿Por qué te estás desvelando?”.

Fue en casa de Flores donde lo conocí. “Vente el jueves a las cinco de la tarde. Van a venir los muchachos y te los quiero presentar”. Acudí a la cita puntual. Nadie había llegado. Minutos después se presentó la poeta Paula Alcocer, más tarde Víctor Hugo Lomelí, bordeando las seis apareció Luis Sandoval Godoy, y otros de la misma generación. Conversamos, a manos llenas, sobre Juan José Arreola y Juan Rulfo. Pasadas las ocho de la noche comenté: “Me voy a retirar. Ya pasan de las ocho y los muchachos no llegan.” “¿Qué? —exclamó Flores señalando a los miembros de la sala—. Los muchachos son ellos”. Corría el año de 1986.

Leer a Luis Sandoval Godoy (El Teúl, Zacatecas 1927-Guadalajara 2019) era enterarse de cómo andaban los pueblos de Jalisco y allende sus fronteras. El contraste era de escándalo entre su crónica y los informes oficiales. Acá, pueblos vetustos de siembra de maíz, artesanías y fiestas patronales. Allá las flamantes obras de carreteras, infraestructura municipal y cientos de etcéteras. En la presentación de uno de sus libros en la Sala del Cabildo de Guadalajara estaba una señora arregladísima (emperifollada es la palabra):

“Ay —dijo—, cómo me gusta leer a este señor de El Informador. Va de pueblo en pueblo registrando sus costumbres y retratando viejitos sin dientes”. Otro de sus lectores expresó allá por el año de 1988: “Hay un escritor llamado Luis Sandoval Godoy, que lo conocí por sus artículos en el periódico. Al leer sus trabajos viajo con él. Tiene poder para llevar a la gente por donde él va. Pinta maravillosamente los paisajes. Los mejores adjetivos que encuentro para su prosa son: comestible, digerible, sabrosa”. El nombre de este lector es Elías Nandino. Otro de sus lectores escribió: “Afortunadamente, la obra de Sandoval Godoy goza de buena salud. Su ímpetu narrativo, su espíritu de observación fincado en lo mínimo de cosas y sujetos —ah, maestro Azorín— y su prosa asidua le deparan largos, anchos caminos y campos a conquistar”. Su nombre, Agustín Yáñez en el prólogo de Haciendas.

La amistad de don Luis con los hermanos Valdés Huerta fue grande. Primero acompañó unos días de 1945 a Ángel, párroco de Zacoalco, en la carga de ladrillos y agua para la construcción de la capilla guadalupana del El Cerrito de ese lugar. “Llegábamos a la casa de los Jiménez, en el barrio de la Cruz Verde”. Luego con el padre Nico y sus investigaciones sobre La Cristiada. Cuando don Luis recibía visitas en su casa del centro, donde siempre presumía una bandera utilizada por los cristeros.

Amanecía el Jueves de Corpus de 2019 cuando el corazón de Luis Sandoval Godoy dejó de latir. En los conventos tapatíos, de seguro, se rezaban laudes. A la hora tercia la noticia de la muerte de Luis Sandoval Godoy, el escritor católico, era conocida.

Su trabajo como periodista e investigador cubrió otra faceta de Sandoval, la de cuentista. En 1965 ganó el Premio Jalisco por el libro Las malas lenguas, publicado años después por la editorial Coatl. En el año de 1988, la revista El Cuento opinó sobre un trabajo suyo: “‘El peso de la palabra’ es un cuento que publicaremos con placer. Merece superlativos por su estructura, nivel de lenguaje y manejo del tiempo. Nuestros lectores lo apreciarán y aprenderán de Luis Sandoval Godoy, a quien agradecemos su colaboración”.

Amanecía el Jueves de Corpus de 2019 cuando el corazón de Luis Sandoval Godoy dejó de latir. En los conventos tapatíos, de seguro, se rezaban laudes.

A la hora tercia la noticia de la muerte de Luis Sandoval Godoy, el escritor católico, era conocida.

http://www.gaceta.udg.mx/G_nota1.php?id=24743

Un sabor de ceniza se nos ha adherido tercamente al paladar. Veníamos caminando por estos rumbos; contemplábamos cómo la tierra quedó desnuda otra vez y cómo se entristece el horizonte en el gris apagado de la soledad.

Con estas palabras, tan suyas, tan de su lenguaje, Luis Sandoval Godoy dio principio a la que sería (no lo sabía entonces) su postrera antología personal, Nos alcanzó el eco de lejanas voces, presentada hace apenas un año, es testimonio de su vida y presentimiento de su partida. Hoy nuestro querido Luis pertenece a la historia de las letras de Jalisco. Deja a su paso una huella profunda en los ámbitos que cultivó, siempre con sobriedad, siempre con paciencia, siempre con el cariño acucioso de un jardinero que hace crecer plantas y flores en las páginas blancas de la vida… https://amp.milenio.com/…/nos-alcanzo-el-eco-de-don-luis

El 20 de junio del 2019, un día antes de cumplirse 90 años de los ‘arreglos’ cupulares entre el Presidente interino de México Emilio Portes Gil y los representantes del episcopado mexicano y de la Santa Sede en este suelo, Leopoldo Ruiz y Flores y Pascual Díaz Barreto, para poner precipitado fin a la Guerra Cristera sin tomar en cuenta a los dirigentes de ese movimiento, que comenzó el 15 de agosto de 1926, se formalizó a partir del 1º de enero de 1927 y se sostuvo en pie de lucha los dos y medio siguientes años, lapso durante el cual y a consecuencia de ello perdieron la vida unos 250 000 de los 15 millones de habitantes del país, deja de existir, por causas naturales, en su domicilio particular de la ciudad donde vivía desde hace 75 años, el escritor y periodista zacatecano Luis Sandoval Godoy (El Teúl, 1927)… https://amp.milenio.com/…/vesperal/luis-sandoval-godoy

2018 Luis Sandoval Godoy “A´i viene la bola…”

Un acto de justicia. Ofrece este libro un racimo de textos de lectura imprescindible para quienes quieran iniciarse en el conocimiento de lo que pasó en México en la etapa más dura de la persecución religiosa, impuesta a un pueblo abrumadoramente católico, entre 1914 y 1940.

Por: Pbro. #TomásdeHijar#CátedraLiteraria#LuisSandovalGodoy. En efecto, protagonistas, testigos y víctimas del trienio que va de 1927 a 1929 toman la palabra, muchos años después, para darnos su versión de cómo sacudió la Guerra Cristera las fibras más íntimas de quienes sufrieron la suspensión del culto público, que no decretó el gobierno anticlerical, como muchos siguen pensando, sino el episcopado mexicano en señal de protesta suprema al radicalismo de un ordenamiento promulgado por el Presidente de México Plutarco Elías Calles, el 21 de junio de 1926, mejor conocido como Ley Calles, que convirtió las expresiones públicas de fe en delitos del fuero común y federal.

Que don Luis Sandoval Godoy naciera en 1927, cuando empezó esa guerra, no es fortuito al interés de muchos artículos que ha publicado en su fecunda carrera periodística y literaria.
A nueve décadas de lo que aquí se cuenta, cederle la voz a sus protagonistas, en especial a la gente del pueblo, que en este caso fue mucho más que carne de cañón, es un acto de justicia mínima para quienes desde diversos frentes asumieron el costo social de tan duro lance, capítulo aleccionador y universal en torno a los límites del ejercicio de la autoridad y del poder público.

Pbro. Lic. Tomás de Hijar Ornelas.
……..

Parecía inevitable que un autor como Luis Sandoval Godoy, para quien la Guerra Cristera ha sido un asunto recurrente –inevitable incluso, desde su propia oriundez regional, esa peculiar zona integrada por el norte de Jalisco y el sur de Zacatecas–, en un momento u otro de su devenir literario e historiográfico habría de recopilar algunos de los abundantes escritos en los que ha abordado, de manera central o tangencial, el apasionante tema de la Cristiada.

Lo hemos dicho ya en otra ocasión: pareciera que Sandoval Godoy no ha necesitado ponerse como propósito abordar en sus cuentos o crónicas el conflicto cristero; por el contrario, éste le ha salido al paso incontables veces entre esas mismas páginas. Si bien constituye una de sus vertientes temáticas predilectas, es igualmente cierto que en las descripciones de tantos lugares por él recorridos incesantemente, o en una u otra de tantas conversaciones sostenidas con las gentes de estas comarcas, por distante que fuera el tema tratado, surgía como una especie de fogonazo alguna remembranza cristera, diríase que agazapada, impensada pero ineludible, para enriquecer o matizar esas charlas pueblerinas que han constituido durante seis décadas de infatigable labor de cronista, la materia prima vital de la obra sandovaliana.

Cuando el padre Tomás de Híjar y yo nos reunimos con el autor para dar forma a la iniciativa de antologar algunos de sus textos sobre el conflicto religioso y armado de los años veinte, se abría un espectro de posibilidades. Tres antologías previas de don Luis respondían a otras preferencias: Siga la flecha (2006) constituida por relatos de ficción; una muy original selección de escritos sobre los sacerdotes mártires, Glorificados en Cristo (2016), tema muy querido por el autor y de algún modo vinculada con la actual; y una recopilación general de su obra en Nos alcanzó el eco de lejanas voces (2016).

Por: Ulises Íñiguez Mendoza. Mientras que en las tres fue él mismo su propio antologador, ahora la idea surgía por iniciativa de quien esto escribe, y me correspondió el privilegio de seleccionar los reportajes periodísticos publicados en El Informador y en el Tapatío Cultural que compondrían esta nueva edición. Una idea de Tomás de Híjar resultó finalmente aceptada: seleccionar sólo los artículos de asunto cristero que no hubieran sido compilados antes en ningún otro libro, inéditos para propósitos bibliográficos.

Esta tarea tuvo como origen y respaldo imprescindible la acuciosa búsqueda hemerográfica realizada por el ingeniero Bernardo Carlos Casas en los archivos digitales de El Informador, de la cual se derivó una generosa y muy bien estructurada base de datos que abarca varias décadas de trabajos periodísticos de don Luis, y que permitió llevar a cabo la selección que el lector tiene ahora en sus manos.

A manera de introducción, la antología se abre con una conversación a cuatro voces sostenida en Guadalajara en octubre de 1974 entre Luis Sandoval Godoy, Jean Meyer –su tercer volumen de La Cristiada recién había llegado a las librerías mexicanas–, y dos sacerdotes cuyos archivos resultaron una cantera imprescindible para dicha obra: Nicolás Valdés y Salvador Casas. Es una plática informal que revela, no obstante, diversos entretelones en la elaboración de esta obra ya clásica y algunos de los avatares por los que atravesó el historiador franco-mexicano en la búsqueda de fuentes de primera mano, algunas de ellas inaccesibles hasta la fecha.

Es quizá también el primero de los textos con que nuestro autor inició su propio recorrido cristero por las páginas de El Informador, inaugurando así una nueva línea temática en su vasta labor de cronista regional.

Dos casi anónimos combatientes cristeros nacidos en Jalisco, nacido uno en San Julián el Alto –Gerardo Torres– y el otro en Teocaltiche –Eugenio Hernández–, constituyen dos de los varios ejes narrativos de esta antología. Profusamente entrevistados ambos por el autor durante los años setenta, sus testimonios le dan una columna vertebral y una cronología a esta sucesión de artículos, que abarca desde los inicios del conflicto –“Un testigo de la cristera”– hasta los vergonzosos días finales de “El armisticio”.

Aparecen a través de estos relatos otros personajes: la madre de Gerardo, que muy a su pesar alienta a su hijo a tomar las armas; los hombres de San Julián, que nunca olvidaron la humillación sufrida por sus mayores al terminar la lucha, a manos de los obispos firmantes del armisticio; el sacerdote del pueblo de Cuquío, quien al reunirse sus paisanos en la plaza en los primeros días de la guerra, los instiga “a que largaran el miedo” y tomaran las armas en defensa de la religión, luego de la suspensión de cultos y el sacrilegio cometido por el ejército federal, que “había fusilado a los santos ahí en el atrio, formados todos para balacearlos. Así hicieron los ingratos”.

Cuántas veces el autor, devenido en historiador, ha resaltado la tosca y vigorosa expresión de estos hombres casi analfabetas, que pese a su sintaxis ruda y descoyuntada muestran una envidiable capacidad descriptiva: ¿quién puede dudarlo cuando leemos la absorbente y eficaz narración bélica de “La batalla de Cuquío” o de “La última batalla”?

Otra sección la integran los testimonios sobre un hombre y una mujer de fama legendaria: el más célebre líder popular de Los Altos durante la primera guerra cristera –“Mio Cid a la rústica”, lo llama nuestro autor–, y una insólita jefa guerrillera de “la Segunda” (más insólita si consideramos que la participación armada femenina fue muy escasa): El Catorce y Jovita Valdovinos. A Victoriano Ramírez (a) El Catorce (apodo que debió a una anécdota casi inverosímil de sus tiempos de rebelde pre-cristero, así como a su mítica puntería), se dedican tres artículos. Como si la fama ganada en vida por Victoriano, y la forma violenta y cuestionable en que murió a manos de sus propios compañeros de armas no fueran suficientes para cubrir su memoria de un halo fabuloso, estos relatos describen las peripecias igualmente extraordinarias acontecidas a su cadáver a lo largo de muchos años, hasta su descanso final –queremos suponerlo– en el Santuario de Guadalupe de San Miguel el Alto.

Fracciones de la presentación de “A´i viene la bola”, de Luis Sandoval Godoy… por Ulises Íñiguez Mendoza

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Luis Sandoval Godoy

Conformar esta biblioteca digital de la obra de #LuisSandovalGodoy es una travesía increíble. Conocer de cerca al autor lo más fascinante, documentar la obra y adquirir la técnica de Don Luis nos lleva a desarrollar la #CátedraLiteraria que denominamos #CincuentaAños50Libros

Por #AlvaroLópezTostado #EditorDigital hoy exponiendo parte del trabajo desde #RedesSociales con el único afán de difundir la obra. Relatos que nos llevan desde El #TeúldeGonzálezOrtega a las#Haciendas y #PueblosdeJalisco y #PueblosdeZacatecas. Todo esto conformado con personajes como el Pbro. #NicolásValdés… Prólogos de Gobernadores como Don #AgustínYañez o en su momento gente la talla del intelectal #TomásdeHijar.

Bienvenidos a este compendio de
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Una tarde de lectura en San Sebastián del Oeste

Los Escritores de México Luis Sandoval Godoy.- PARA LLEGAR a San Sebastián del Oeste hay que subir al cielo: escalar una cadena de montañas, salvar abismos y atravesar ríos caudalosos; ascender más y más, una cumbre y luego otra, bordear por despeñaderos de escalofrío, y luego explayar el alma y tender la vista emocionada encima de horizontes que quedaron abajo. Ahora se va a San Sebastián tomando rumbo hacia Ameca y por allí al camino que algún día llegará a la costa. La carretera llega hasta el crucero de Talpa; desde allí hay que seguir por una terracería, a veces huracanes de polvo, a veces resbalosos y peligrosos lodazales, hasta la señorial ciudad de Mascota.

De allí emprender de nuevo la ascensión en un recorrido de tres horas. La brecha se angosta en gargantes cerradas de vegetación. Abajo la profundidad brumosa del precipicio; arriba, las nubes en hervor de blancura o tal vez con un viento helado en el cual se mecen como en una hamaca, las fragancias del bosque. Con todos los hallazgos del camino, ninguno como el hallazgo mismo de San Sebastián, en aquellas últimas cumbres de la sierra, mal asentado sobre unos riscos y desniveles donde brincan y suenan los arroyos.

Se dice que este pueblo, en tiempos de su esplendor minero, llegó a contar con 20,000 habitantes, mientras hoy tendrá apenas un millar de moradores, en un caserío que se desparrama por las faldas de las laderas que convergen al arroyo que pasa por en medio. Todavía quedan viviendas deshabitadas y ruinosas.

Un documento del año 1600, cuando San Sebastián ya figuraba en los mapas de la Nueva España, dice del Real de Hostotipac, uno de los yacimientos más ricos de la zona:

“Hállase este Rial en la sima del cerro que tiene una Bufa muy alto y encumbrada y sumamente frígido su temperamento y muy nebulosa; muchos afirman que es el cerro más alto que tiene el Reyno de la Nueva Galicia, tal que los marineros de la Gran China le llaman María. 1 es una de las señas que siguen para seguir el camino que lleva para Acapulco… “ Hoy San Sebastián del Oeste, aferrado a las huellas de su grandeza, se compone de un hermoso caserío que todavía conserva las comodidades que podían disfrutarse en mejores tiempos; todo eso y los suspiros de los ancianos que alcanzaron a ver en su juventud, los resplandores de la mayor prosperidad.

San Sebastián es eso ahora, un pueblo donde rondan los recuerdos como ánimas en pena; un pueblo que se quedó solo y en su soledad sigue diciendo lo que fue; lo sigue diciendo al viajero que se anima hasta sus cumbres; lo dice con palabras entrecortadas, con el balbuceo trabajoso de los hombres casi centenarios que moran bajo aquellos tejados ennegrecidos por el tiempo y la humedad de la sierra. Hay que ir a las fiestas de San Sebastián, ahora en la solemnidad litúrgica del noble patricio romano que murió asaeteado por confesar la fe cristiana. Pero hay que ir al pueblo llenos del respeto que el lugar merece; porque no vaya a suceder que la afluencia de visitantes turbe su silencio y empañe su inocencia. Si así ha de ser, mejor que siga en su olvido, mejor que permanezca en la pureza de su abandono, como un remanso que se quedó escondido entre montañas, lejos del alboroto de nuestros siglos.

Bienvenidos a San Sebastián del Oeste gracias Don Luis Sandoval Godoy por este pasaje que nos permite una muy agradable tarde en la Sierra de Jalisco.-

“Nos alcanzó el eco…” Escritores Mexicanos LSG

Esta es una antología de Luis Sandoval Godoy, así se manifiesta en el título que proviene de la portada de esta obra literaria. Don Luis, hace un repaso nuevamente por varias de sus obras que a lo largo de su carrera como ESCRITOR MEXICANO ha consolidado en estos últimos sesenta años.

Por Alvaro López.- Publisher Editor EDICIONES ICONO.- En un breve texto -uno de mis favoritos- que Luis Sandoval Godoy tituló “Cada quien a su manera”, con el que abre la lectura de su primera antología, Siga la flecha (2006), el escritor marcaba su propia pauta para la vocación, literaria o no: un hombre y su destino serian, en el sentir de don Luis, “una flecha lanzada al viento”, una flecha puesta en un espacio geográfico y circunstancias particulares: “Aquí está un punto de partida, aquí se inicia una línea que va hacia allá; nadie sabe, ni la misma línea, ni la misma flecha saben a dónde van a llegar”….

Este es un estracto de la Presentación de Ulises Íñiguez Mendoza… para acceder a esta obra compuesta de nueve secciones y veinticinco capítulos hay que visitar digitalmente las obras de Don Luis, todas concentradas en http://LuisSandovalGodoy.WordPress.com/

Nos alcanzó en eco de lejanas voces es un trabajo impreso también de 365 páginas e una impecable impresión… Este es un gran recorrido por algunos de los libros más representativos del Escritor Mexicano.

Bienvenidos a la experiencia de la conectividad en#MUNDOSDIGITALES de #EdicionesICONO

http://LosEscritoresdeMexico.WordPress.com/

 

Escritores Mexicanos Luis Sandoval Godoy “El hombre y la tierra”

El hombre y la tierra es un hermoso libro cargado de sentido y de nostalgia. Un recipiente cristalino de memorias recogidas a través de estupendas entrevistas con un puñado de hombres añosos, forjados en el campo, todos dueños de una fina dignidad y de un lenguaje capaz de desplegar su propia historia. Evocación, melancolía, claridad, son las constantes que guían nuestra lectura.

Por Alvaro López.- Publisher Editor EDICIONES ICONO.- En los albores de 2017 se terminó de imprimir “El hombre y la tierra” de Luis Sandoval Godoy con textos traídos del surco de donde arranca la vida. 245 páginas de una edición realizada por PROCREA y digitalizada por AltaCorporativo MKT&RP

Un diseño gráfico de Sergio Mora García. Seis grandes capítulos que contemplan 18 secciones aquí presentes.-

.- Al compás de la Tierra laten los seres humanos
.- Tiramos ora hacia el norte
.- A Guachinango los trastornó la revuelta
.- Verdes cañaverales un lujo de la región
.- Haciendas con un relieve
.- Rulfo: Pasión y emoción por la tierra.

El hombre y la tierra constituye un ejemplo magnífico de las huellas que don Luis Sandoval Godoy (El Teúl, Zacatecas, 1927) ha dejado en las letras mexicanas. Su larga y brillante trayectoria de más de sesenta años como autor incluye medio centenar de libros y cientos de artículos sobre diversos temas entre los que destacan los históricos y los regionales: un compendio donde se manifiestan su poder de evocación, su fuerza expresiva, su solvencia técnica, su interés por el habla rústica y la profunda suavidad emotiva con que envuelve al lector y lo conduce hacia sitios que a él solo pertenecen.

El hombre y la tierra es un hermoso libro cargado de sentido y de nostalgia. Un recipiente cristalino de memorias recogidas a través de estupendas entrevistas con un puñado de hombres añosos, forjados en el campo, todos dueños de una fina dignidad y de un lenguaje capaz de desplegar su propia historia. Evocación, melancolía, claridad, son las constantes que guían nuestra lectura.

El trabajo de recuperación léxica de Luis Sandoval Godoy es estupendo; siempre ha sido un enamorado de las voces campiranas, de los refranes y los dichos, del habla rústica que revela otras maneras de vivir el mundo, otras formas de entender las relaciones entre las personas, otra forma de habitar la naturaleza. No es casualidad que en sus entrevistas resalte, además, la belleza de esta habla. Un ejemplo, entre tantos, son las palabras de don Petronilo Navarro, cuando habla de su infancia:

A mi señor padre le oyí decir que yo le agarré dos años al otro siglo, de modo que mi edá ahora ¿qué dice? saque la cuenta.

Llegué a mi casa oscuritas. Ya andaban los alumbradores tem­blando con su chispita de luz, y le digo a mi señora: ándale, vieja, ámonos, aquí traigo ya todo para la casa. O estas otras, atribuidas a don Salvador Aldrete:… Bonito, oiga; aquel gentillal tumbando monte, unos y otros cor­tando y amontonando para hacer el carbón. En la noche, las lumbradas que parecía que estaban incendiando las encineras.

Aquí había muchas carboneras, aquí en Cuquío; un sitio que nombran El Derramadero, San Gabriel, Ruelas. Mucho monte en todo eso. Ahora ya está el llano pelón. Todo se acaba, amigo.

FRAGMENTOS DEL PRÓLOGO…. http.//LuisSandovalGodoy.WordPress.com